Prácticamente todos nosotros hemos tenido triunfos en nuestras vidas, hemos sido líderes en algún momento. Cerrad los ojos para buscar en vuestro pasado y veréis como conseguiréis encontrar alguno de esos momentos, instantes de brillo llenos de orgullo.
Así que la conclusión lógica es que lo que hace a una persona “de éxito” o un “líder”, es tener más frecuencia de esos momentos. Está acostumbrado a que las cosa le salgan bien, así que tiene la actitud y el comportamiento de un ganador. De hecho, en muchos casos, le extrañará cuando le ocurra lo contrario. Incluso cuando así sea, lo normal será que crea que de un limón siempre se puede hacer una limonada, y aproveche hasta los fracasos y los reveses de la vida para crecer y hacerse más fuerte.
Imaginad que, siendo las mismas personas que sois ahora y haciendo exactamente lo mismo y de la misma forma, de repente empezase a saliros todo fenomenal. La gente empieza a seguiros sin más, marcáis la pauta. Las oportunidades se os aparecen de la nada y, bien aprovechadas por vosotros, germinan y florecen, elevándoos por encima del resto.
Pero… ¿y por qué la vida no puede ser simplemente así?, ser quienes somos, hacer las cosas en nuestra vida a nuestra manera, y que nos vaya todo bien la mayor parte del tiempo…
La respuesta a esa pregunta se encuentra principalmente en el mundo de las creencias, la actitud y las emociones que nos caracterizan como personas, y el comportamiento que tenemos en consecuencia, no todo podía ser tan fácil.
En los sistemas sociales de nuestros antepasados, y no es muy diferente en los días de hoy, era hacia el líder hacia quien confluía todo lo mejor que la vida tiene para ofrecer. Las mejores oportunidades, las mejores parejas, los mejores recursos… Pero si ese líder de repente desapareciese, lo que solía ocurrir es que de la nada surgía un sustituto antes oculto entre la multitud, restableciendo el equilibrio. Y eso sólo es posible porque la capacidad de destacar viene innata en todos nosotros. Todos podemos escoger ser ganadores, marcar nuestro propio paso, elegir nuestro destino.
Serlo es, en esencia, una elección consciente. No vale con hacer lo que uno quiera, cuando quiera y como quiera y esperar que las cosas le vayan bien. Se trata mucho más de elegir acercarse al máximo posible a un ideal de éxito y de liderazgo que muchos ambicionan, pero que pocos se comprometen con todas sus fuerzas para alcanzar, enfrentados a miedos que en muchos casos se hacen mayores en nuestra mente que los peligros reales con los que esos miedos están relacionados.
Así que… elige ser un líder, elige tener éxito. Elige qué huella quieres que dejen tus pasos al recorrer tu propio camino.
Al fin y al cabo, sólo se vive una vez.
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